En muchas ocasiones, cuando utilizamos una lengua de forma natural no nos damos cuenta de la rareza de las expresiones que utilizamos. Se dicen por costumbre y nunca nos paramos a averiguar qué significan realmente ciertas frases populares. Sin embargo, no pasa lo mismo cuando tenemos que aprender otro idioma y empezamos a traducir frases hechas y refranes.
Esto mismo le pasó a una filóloga francesa cuando llegó a España hace más de 10 años y empezó a escucha el español real, más allá de los libros de texto. Según dice la propia Héloïse “En la Facultad no te enseñan las expresiones de este tipo que se usan en la calle, y las españolas son muy gráficas: ‘cagarse en la leche’, ‘montar un pollo’… Yo me las apuntaba porque si te paras a pensar en ellas son verdaderamente perturbadoras”.
Aunque en francés también hay expresiones de este tipo, no son tantas ni tan fuertes como las del español, por ello la autora empezó a investigar los orígenes, usos y significados de muchas expresiones, algunas de las cuales tuvieron que ser excluidas por su complejidad e incertidumbre.
Así apareció este libro, Con dos huevos: publicado en la editorial Astiberri, este libro cuenta con las ilustraciones de David García. Para él, estas frases, descontextualizadas y tomadas al pie de la letra, se tornan surrealistas, absurdas, siempre buscando el gusto por lo escatológico, casi inquietantes. Además la autora quiso incluir una doble traducción al francés y al inglés para ayudar a los estudiantes y extranjeros en su misma situación.
Prueba de su éxito es que en 2015 vino la segunda parte de esta colección, recogida en Cagando leches, también ilustrado por David García. A continuación dejo algunas de las expresiones más curiosas.

Entre la nobleza francesa del siglo XVIII, se consideraba una muestra de educación, una deferencia que se tenía de no interrumpir una reunión.

El origen de la expresión hace referencia a la fama que precedía a los cuadrilleros de la Santa Hermandad, soldados que lucían un uniforme de mangas verdes y que, por lo visto, siempre llegaban tarde a la escena del delito.

La hipótesis radica en las iglesias, que una vez finalizaba la misa, quedaban dos velas encendidas que alumbraban únicamente el sagrario y dejaban el resto en penumbra.

El origen se encuentra en la palabra poyo, el peldaño de piedra. Derivado del latín Podium, pedestal del que se valían algunos oradores en las plazas concurridas.

Remite a cazar perdices con la ayuda de un azor, aturdíendolas y fatigándolas al dar vueltas.

Remite a la forma de gesticular de las personas muy locuaces, que transmite que no solo se habla por la boca. Otros señalan que se relaciona con hincar los codos, locución verbal relativa al nivel de conocimiento de la persona habladora.